El novelista, poeta y ensayista inglés David Herbert Lawrence (1885-1930) adoptó como tema principal la relación entre el hombre y la mujer, que consideraba desastrosa en su época.
Nacido en Eastwood, Nottinghamshire, el 11 de septiembre de 1885, D. H. Lawrence era hijo de un minero poco instruido y de una madre de clase media que luchaba con el padre y su modesto modo de vida para que los niños pudieran escapar de él o, como dijo Lawrence en una ocasión, “ascender en el mundo”. Su disputa y distanciamiento, y el consiguiente daño a los niños, se convirtió en el tema de la que quizá sea su novela más famosa, Hijos y amantes (1913). Los críticos la consideraron inmediatamente como una brillante ilustración de la teoría de Sigmund Freud sobre el complejo de Edipo. Lawrence se formó como profesor en el Nottingham University College y enseñó en la Davidson Road School de Croydon hasta 1912, cuando su salud se resintió. La gran amiga de su juventud, Jessie Chambers, que era la contraparte en la vida real de Miriam en Hijos y amantes, había enviado algunos de sus trabajos a la English Review. El editor, Ford Madox Ford, lo consideró inmediatamente un hallazgo, y Lawrence comenzó su carrera de escritor.
La lucha constante de Lawrence por una relación apropiada con las mujeres llegó a su clímax en su encuentro, enlace y matrimonio con Frieda von Richthofen Weekley. Se conocieron en 1912 y se casaron en 1914; su relación evolutiva se refleja en toda su obra después de Hijos y amantes. La plenitud que supuso para él puede verse de forma más directa y conmovedora en el volumen de poemas ¡Mira! ¡Hemos cruzado hasta aquí! (1917). Al igual que Hijos y amantes, El arco iris (1915) y Mujeres enamoradas (1920) están ambientados en Inglaterra y reflejan la profunda preocupación de Lawrence por la relación entre hombres y mujeres.
Los Lawrence vivieron en muchas partes del mundo, especialmente en Italia, Australia, Nuevo México y México. Amargado por la censura de su obra y las sospechas sobre su esposa, de origen alemán, durante la guerra, Lawrence buscó un lugar propicio donde sus amigos y él pudieran formar una colonia basada en la individualidad y el talento, más que en las posesiones. Sin embargo, nunca llegó a conseguirlo más que por breves periodos de tiempo. Hubo peleas y deserciones, y su precaria salud fue un factor en las constantes mudanzas. Al final de su vida se consideraba, con nostalgia, carente del yo social.
La obra de Lawrence a partir de la guerra traza su búsqueda. Él describió el ritmo de su obra como la exploración de situaciones en su ficción (y, se podría añadir, en su poesía) y luego la abstracción y consolidación de su pensamiento en ensayos, algunos de ellos de gran extensión, como Psicoanálisis y el inconsciente (1921), Fantasía de lo inconsciente (1922) y, al final, Apocalipsis (1931). Hacia el final su imaginación volvió a sus orígenes ingleses para el escenario y los personajes de su novela más notoria y controvertida, El amante de Lady Chatterley (1928).
A lo largo de su carrera, la audacia de Lawrence al tratar el aspecto sexual de las relaciones de sus personajes despertó la censura. Por ejemplo, El arco iris fue retirado y destruido por el editor tras una denuncia. Pero en El amante de Lady Chatterley, su última novela completa, Lawrence fue mucho más allá. Publicado en 1928 y prohibido por obsceno durante más de treinta años, este libro narra tan sólo la historia de un adulterio, un adulterio que, lejos de llevar a sus protagonistas a la perdición (como ocurre en Madame Bovary o Anna Karenina), los insta a reafirmar su autenticidad, su único y genuino lugar en el mundo.
D.H. Lawrence falleció el 2 de marzo de 1930, en un sanatorio de Vence, en la Provenza francesa. Por entonces, su reputación era la de un pornógrafo que había desperdiciado su talento. Solo diez personas asistieron al funeral de D. H. Lawrence, entre ellos, Aldous Huxley, uno de los pocos amigos literarios que tenía en el momento de su muerte. Las últimas palabras de Lawrence fueron: “Estoy mejorando”.