Ernest Theodor Amadeus Hoffmann (Königsberg, hoy Kaliníngrado, Rusia, 1776 – Berlín, 1822) fue un escritor y compositor alemán. Hijo de un abogado, su tercer nombre era originalmente Wilhelm, pero más tarde adoptó el de Amadeus en honor a Mozart. Estudió derecho en su ciudad natal Königsberg y luego empezó en Glogau su carrera administrativa, que lo llevó a Berlín, Poznan y Plock. De 1804 a 1807 residió en Varsovia, donde vivió una época de intensa actividad profesional y artística: creó una orquesta, organizó conciertos y se dedicó a la composición.
La invasión napoleónica le obligó a regresar a Berlín, ciudad que abandonó en 1808 para trasladarse a Bamberg, en Baviera, donde residió hasta 1813 viviendo en exclusiva de su arte: trabajó en el teatro que dirigía su amigo Holbein y se dedicó a tareas tan diferentes como director de orquesta y arquitecto. Fue en esta época cuando publicó sus Fantasías a la manera de Callot (1814-1815). En 1814 aceptó el cargo de consejero de justicia del tribunal de Berlín, sin que por ello se resintiera su ingente producción literaria de aquellos años.
Su fama se debe más a su obra como escritor que a sus composiciones. Adscrito al Romanticismo, donde más destacó su gran personalidad fue en sus cuentos fantásticos, en los que se mezclan el misterio y el horror, y que han alcanzado fama universal. En ellos crea una atmósfera en ocasiones de pesadilla alucinante, y aborda temas como el desdoblamiento de la personalidad, la locura y el mundo de los sueños, que ejercieron gran influencia en escritores como Víctor Hugo, Edgar Allan Poe y el primer Dostoyevski.
Las historias de Hoffmann son «siniestras», en el sentido que dio Freud a esta expresión: el efecto de horror y extrañamiento que produce la repentina realización en el mundo real de los temores supersticiosos o infantiles. Muchas de sus novelas cortas más famosas fueron reunidas en dos volúmenes bajo el título de Piezas fantásticas (1814-1815), que también contienen una colección de crítica musical y sus propias ilustraciones. El cariz fantástico de la mayor parte de estas obras atestigua la viva imaginación del autor, que se apoya en sus grandes y sutiles dotes de observación. Sueño y realidad se confunden en el espíritu del autor, que percibe—como él mismo dejó dicho—las cosas «invisibles para los ojos terrenos».
La rica imaginería literaria de Hoffmann inspiró a Jacques Offenbach su ópera Cuentos de Hoffmann, tal como Chaikovski transformó su cuento Cascanueces en un ballet en 1892. Léo Delibes se basó también en el escritor para la creación de su ballet Coppélia en 1870. Del mismo modo el personaje de Kreisler, que aparece en el cuento de E.T.A. Hoffmann Las opiniones del gato Murr sobre la vida, inspiró a Robert Schumann su obra para piano Kreisleriana. Hoffmann escribió también numerosas piezas para piano, música de cámara, lieder, coros, música religiosa y óperas, entre las que destaca por su calidad Ondina (1816), ópera romántica que ejerció cierta influencia sobre Carl Maria von Weber. En su labor como crítico musical, fue un entusiasta de Beethoven.
Su cuento más famoso es indudablemente el que se acaba de leer y son muchas las adaptaciones de este cuento que se han hecho a la pequeña y gran pantalla, unas más acertadas que otras, pero todas utilizan como banda sonora la preciosa música compuesta por Tchaikovsky.